En los últimos años el estado de Oaxaca se ha incorporado fuertemente a las dinámicas migratorias internacionales, al grado tal que actualmente ocupa el séptimo lugar en expulsión de mano de obra a la Unión Americana . Al respecto del ritmo o frecuencia migratoria, Oaxaca se encuentra en el grupo de Estados de la república mexicana denominado como emergente. Lo relevante de este nuevo conjunto de entidades de fuerte expulsión de población hacia los Estados Unidos, es la rapidez con la que se han incorporado al fenómeno migratorio: entre 1990 y 1995 contribuían con el 33 por ciento del flujo total de emigrantes; mientras que para el periodo 1995-2000 su aporte representó el 42 por ciento de la migración. Además en esta entidad, podemos notar impactos severos a la configuración de familias tradicionales (conformados por una figura materna otra paterna así como las y los hijos). Los hogares oaxaqueños contribuyen poco más del 5 por ciento, inmiscuyendo a un miembro de la familia en el proceso migratorio hacia el vecino del norte entre 1990 y el año 2000 . Las entidades emergentes son las siguientes: Chihuahua, Morelos, Oaxaca, Guerrero, Querétaro, Puebla, Hidalgo, Estado de México, Veracruz y el Distrito Federal.
Se calcula que más de 400 oaxaqueños migran diariamente a otras entidades del país o a Estados Unidos. Las estadísticas sobre intensidad migratorias indican que el Estado tiene 30 municipios considerados de muy alta intensidad, 47 de alta, 81 de media y 158 de baja . En nuestros días, podemos notar que en las comunidades oaxaqueñas se aprecia un cambio sustancial en su fisonomía urbana; cientos de casas recientemente edificadas han cambiado el uso de materiales tradicionales, como el adobe y la teja, siendo sustituidas por ladrillo y cemento. Pero además de ello, un porcentaje importante de esas nuevas casas tienen una características particular: están deshabitadas. Son hogares de migrantes, de hombres y o mujeres que han partido a trabajar a otros lugares, principalmente a Estados Unidos, desde donde envían periódicamente recursos económicos para sus familiares.
Adquiere una relevancia notar, que las y los migrantes, no suelen invertir su dinero en otros espacios que no sean los del lugar que los vio nacer y/o crecer. Normalmente aseguran a la madre y al padre en primer término (compran o construyen casa, cooperan para remodelar o abrir un negocio), así como el apoyo a la pareja e hijos/as (siendo esta última dinámica, modificable, debido a que suelen encontrar otra pareja y crear nueva familia "al otro lado"). Invariablemente, todos llevan la idea de comprarse su "gran camioneta", misma que a su regreso ocupan, para dar de vueltas en el poblado, para presumir su nuevo estatus.
La migración no sólo ha trastocado la fisonomía urbana, sus impactos son cada vez mayores en las transformaciones políticas, socioculturales y económicas. El Banco de México estimó que el Estado de Oaxaca recibió en 2003 alrededor de 658 millones de dólares , ocupando el noveno lugar de las entidades federativas que reciben remesas. De acuerdo con información del CONAPO para el año 2000, la Sierra Sur de Oaxaca, no suele figurar con números en rojo. Generalmente este proceso, aunque no registrado en trabajos académicos, bien se puede visualizar en diversas zonas o poblados de la región antes citada; grandes casas, deshabitadas, con un material que difiere del común (mampostería).
En cuanto a las regiones receptoras de remeses, La Mixteca ocupa el primer lugar (7.57), la Sierra Norte está en el segundo lugar (7.06); datos que reflejan cambios mínimos que ha sufrido la tendencia regional ya que hace una década las regiones que más aportaban migrantes hacia Estados Unidos eran en primer lugar la Mixteca, le seguían la Sierra Norte y después Valles Centrales .
El CONAPO para 2000, nos señala que los municipios de Oaxaca tenían la siguiente intensidad migratoria: 30 eran considerados de muy alta intensidad, 45 de alta, 81 de media, 176 de baja, 197 de muy baja, y 41 de nula intensidad. De los treinta municipios de muy alta intensidad, 60% corresponden a la región de la Mixteca, 23.3 a los Valles Centrales, 13.3 a la Sierra Sur y 3.3% a la Costa. Estos cifras nos dan una idea de cómo está la situación migratoria y en las regiones oaxaqueñas.
Como bien se puede notar, tres son las regiones de mayor actividad migratoria: la Mixteca con 20.6% de sus municipios con muy alta y alta intensidad; los Valles Centrales con 19.85% de sus municipios en esas condiciones y la Sierra Norte con 19.1%. Por el contrario quienes presentan los índices mas bajos son el Istmo con 68.2%, esta región tiene a su vez mayores oportunidades de empleo; la Cañada con 62.2 y la Sierra Sur con 48.8%, ambas regiones con una cultura de economía campesina, propiedad social de la tierra y apoyos a proyectos productivos por parte de instituciones gubernamentales y no gubernamentales, esto último, al menos en teoría, ya que no podemos olvidar que la región intermedia, entre la Sierra Sur y la Costa, denominada "los loxichas", resulta el bastión donde surge el Ejercito Popular Revolucionario (EPR), entre otras asociaciones "paramilitares" que para 2006 se unen a la APPO y movimiento magisterial.
4.5.1 Índice de Desarrollo Humano y migración en Oaxaca.
El programa de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD) ha estudiado en lo que va de este siglo, la medida del desarrollo humano a lo largo de más de 170 países. Para ello ha promovido la elaboración teórica y metodológica, así como la investigación sistemática con las que ha diseñado el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que permite clasificar a los países según el grado alcanzado por la capacidad humana básica de cada uno (Cazés, 2005: 163).
El IDH mide la capacidad adquisitiva real de la gente, su esperanza de vida, su longevidad y sus niveles de salud, educación y de vida con base a un amplio complejo de indicadores que no abarcan exclusivamente al Producto Nacional Bruto ni se centran en él (Ibid). En el contexto internacional, México aparece con un IDH alto, pero al analizar estos indicadores a nivel estatal y/o municipal se ubican las desigualdades regionales en las que se pueden apreciar grandes disparidades. Un análisis de esta naturaleza permite ver la magnitud de las diferencias entre entidades federativas, por ejemplo el IDH del estado de Oaxaca está por debajo del de los territorios ocupados de Palestina .
Oaxaca se encuentra entre los cinco estados con mayor pobreza y marginación del país. Sumado a ello, la entidad tiene un fuerte componente rural y tiene como característica la dispersión geográfica de sus comunidades. Es de señalar que 28% de la población del estado no recibe ingreso alguno por su trabajo y otro 20% recibe menos de un salario mínimo . En cuanto al IDH, el mismo Estado cuenta con el nada honroso lugar número 31, sólo por arriba de Chiapas; éstos Estados, junto con Veracruz, Michoacán, y Guerrero, ocupan las últimas posiciones y su IDH contrasta fuertemente con los que alcanzan los primeros lugares: Distrito Federal, Nuevo León, Coahuila, Baja California Sur y Aguascalientes .
La crisis agrícola de los años 70 del siglo XX, el bajo rendimiento de la producción agropecuaria y la incapacidad de generar fuentes de empleo, han sido consideradas como las causas más importantes de la migración oaxaqueña a los estados fronterizos del sur de Estados Unidos: California, Arizona, y Texas; o a entidades del norte del país como Sonora, Sinaloa, Baja California Norte y Sur, pasando por Puebla, Guerrero y Veracruz ; ésta situación ha puesto a Oaxaca en la cuarta entidad con saldo neto migratorio negativo.
La relación entre marginación y migración, consideran los estudios del tema, resulta ser escasa, pues de los 458 municipios con grado de marginación alto y muy alto, así como 75 municipios con grado de intensidad migratoria muy alta y alta, sólo 37 coinciden (Arellano, 2004). Por el contrario la relación entre marginación y baja intensidad migratoria si tienen una relación más fuerte pues de 182 municipios marginados 88 tienen una migración muy baja, lo que se explica en razón de que la población no tiene ingresos para sufragar sus traslados a otras zonas.
Es importante destacar que de los siete municipios en el país en donde existe coincidencia entre un grado de marginación muy alto y una intensidad migratoria también muy alta, seis pertenecen al estado de Oaxaca (San Juan Mixtepec, San Andrés Yaa, San Juan Qhiahiie, San Lucas Quiavini, Santa Inés Yatzeche y San Matero Nejapam) y uno al Estado de Durango (Mexquital), que son entidades donde el fenómeno migratorio ha adquirido particular relevancia. En medio de este recorrido contextual bien cabría preguntarse: ¿incide la migración en la reducción de la marginación? Para el caso de Oaxaca, de acuerdo a los índices de marginación, entre 1990 y 2000, mejoraron su situación 146 municipios, la mayoría de ellos situados en regiones expulsoras (en la Mixteca fueron 68 los municipios), lo que podría explicarse, por las altas remesas que envían los migrantes, que en los últimos años han cobrado una importancia constituyendo la segunda fuente de entrada de divisas al país. Aunque bien cabría la acotación, si el dinero, resuelve y se aplica a las necesidades urgentes de las comunidades o de plano se sigue aplicando en festividades o en la creación y restauración de templos religiosos, que conllevan, desde luego a un bienestar simbólico, pero que dudosamente, aportan otro tipo de mejoras económico/sociales a las poblaciones.
En este sentido, las mejoras, si así podemos llamarles, se presentan en procesos de larga duración, donde varones y mujeres, pero sobre todo éstas últimas, adquieren cierta autonomía económica, conocimientos, entre otras experiencias que incitan modificaciones a los patrones de conducta, costumbres e ideología de las individuas.
Aunque podemos notar, como ya se resaltó en párrafos anteriores, que el paisaje urbano cambia y se "moderniza", al mismo tiempo, la desintegración familiar, deserción escolar, así como los problemas de inseguridad y narcotráfico crecen, se disparan y/o se agudizan; mientras los índices de medición internacional y nacional argumentan diversos detalles en torno a la dinámica migratoria, lo cierto es que todo se viene abajo cuando el alumnado, preferentemente masculino, de los niveles medio y medio superior, en diversas localidades de la Sierra Sur, preguntan a sus profesores si eso que les enseñan les ayudará a cruzar el río bravo.
4.5.2 Los embates de la migración en los poblados oaxaqueños
El impacto de las remesas y lo que conlleva las mismas ha ido variando, presentándose patrones migratorios distintos a los observados hace 20 0 30 años. En este sentido, mientras era característico que los hombres emigraran, se han anexado las mujeres así como las y los niños de las comunidades. Nuevos contextos de México y los Estados Unidos están dando lugar a diversas acciones específicas que implican decisiones sobre los momentos de emigrar, hacerlo de manera individual o familiar, mantener las obligaciones con la comunidad, enviar recursos para la manutención de los familiares, enviar dinero para cumplir con obligaciones adquiridas en su localidad de origen para obras sociales, fiestas o inversiones productivas, entre otras. Las dinámicas presentadas en el proceso de envío de remesas han provocado la reconfiguración de valores, identidad, así como la revaloración simbólica de la ciudadanía y los sentimientos de nacionalidad en las y los individuos. Eso sin olvidar los cambios a diversas alternativas religiosas, aspecto que suele provocar conflictos político-religiosos sobre todo en municipios regidos por usos y costumbres.
Además de los impactos que han tenido en las economías familiar y comunitaria, la migración genera transformaciones diversas en el capital social de las comunidades oaxaqueñas, tanto la capacidad que tiene un grupo humano de emprender acciones colectivas que redundan en beneficio de todos sus miembros así como las redes y los comportamientos de reciprocidad cultura y cooperación que emanan de ellas (Lorenzelli, 2003). Esta situación reviste características especiales en un estado como Oaxaca, en donde, como ya se ha resaltado en capítulos anteriores, un gran número de municipios que tienen un sistema de organización social y política basada en los llamados "usos y costumbres" de las comunidades indígenas.
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